domingo, 1 de diciembre de 2013

ROUSSEAU

ROUSSEAU


“No se conoce a la infancia; con las falsas ideas que de ella se tiene, cuanto más lejos van tanto más se extravían (…) yo puedo haber visto mal lo que hay que hacer, pero creo haber visto bien al sujeto sobre el cual se debe operar. Empezad, pues, por estudiar a vuestros alumnos, pues con toda seguridad no los conocéis.

Con esta frase en mi opinión, creo que Rousseau piensa que aunque puede estar confundido con respecto a lo que debe hacer el niño en sus distintas etapas, considera que hay algo de lo que no puede estar equivocado y que tampoco nadie puede estarlo y esto es que por encima de todo  siempre está el niño, este debe ser el punto principal del que debe  partirse. Con la siguiente  frase, creo que Rousseau afirma lo antes ya dicho referido a lo que el maestro debe ser y debe hacer con el alumno:

“no seréis dueño del niño si no lo sois de cuanto le rodea, y esta oportunidad jamás será suficiente si no está fundada en la estima de la virtud(…), si no abrís también vuestro corazón, el de los demás permanecerá siempre cerrado para vosotros. Es vuestro tiempo, son vuestros cuidados, vuestros afectos, vos mismos lo que habéis de dar” (Rousseau, 2001,127).

En muchas ocasiones de la vida real, el maestro, puede situar otros intereses que para el son primordiales antes que centrarse en lo que verdaderamente es importante y es el alumno en sí. Esta concepción es muy interesante porque Rousseau cree que el maestro debe ser un guía en la educación del alumno, por tanto este autor negaría que el alumno es un aprendiz-pasivo. Cosa que ocurre actualmente en muchas ocasiones, maestros que dan su lección sin interactuar por así decirlo con sus alumnos, ni una sola pregunta, ni una sola palabra de ninguno de sus alumnos, estos en ocasiones parecen oyentes de charlas que son indispensables para ellos, pero que terminan siendo absurdas ya que no se saca provecho de ellas.

Para Rousseau el alumno tiene que experimentar con un material fundamental para él, y este son sus sensaciones. Estas enseñan al niño a través de experiencias propias, que el profesor o adulto solo debe ayudar a aclarar y madurar la idea que previamente el adquiere.

Por tanto puede concluirse que este autor tenía tres cosas muy claras y es que la educación debe centrarse más en el niño y menos en el adulto, que es importantísimo estimular ese deseo de aprender, y que el niño tiene un momento adecuado para enseñarse lo que se le debe enseñar.



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