ROUSSEAU
“No se conoce a la
infancia; con las falsas ideas que de ella se tiene, cuanto más lejos van tanto
más se extravían (…) yo puedo haber visto mal lo que hay que hacer, pero creo
haber visto bien al sujeto sobre el cual se debe operar. Empezad, pues, por
estudiar a vuestros alumnos, pues con toda seguridad no los conocéis.
Con esta
frase en mi opinión, creo que Rousseau piensa que aunque puede estar confundido
con respecto a lo que debe hacer el niño en sus distintas etapas, considera que
hay algo de lo que no puede estar equivocado y que tampoco nadie puede estarlo
y esto es que por encima de todo siempre
está el niño, este debe ser el punto principal del que debe partirse. Con la siguiente frase, creo que Rousseau afirma lo antes ya
dicho referido a lo que el maestro debe ser y debe hacer con el alumno:
“no seréis
dueño del niño si no lo sois de cuanto le rodea, y esta oportunidad jamás será suficiente
si no está fundada en la estima de la virtud(…), si no abrís también vuestro
corazón, el de los demás permanecerá siempre cerrado para vosotros. Es vuestro tiempo,
son vuestros cuidados, vuestros afectos, vos mismos lo que habéis de dar” (Rousseau,
2001,127).
En muchas
ocasiones de la vida real, el maestro, puede situar otros intereses que para el
son primordiales antes que centrarse en lo que verdaderamente es importante y
es el alumno en sí. Esta concepción es muy interesante porque Rousseau cree que
el maestro debe ser un guía en la educación del alumno, por tanto este autor negaría
que el alumno es un aprendiz-pasivo. Cosa que ocurre actualmente en muchas
ocasiones, maestros que dan su lección sin interactuar por así decirlo con sus
alumnos, ni una sola pregunta, ni una sola palabra de ninguno de sus alumnos,
estos en ocasiones parecen oyentes de charlas que son indispensables para
ellos, pero que terminan siendo absurdas ya que no se saca provecho de ellas.
Para Rousseau
el alumno tiene que experimentar con un material fundamental para él, y este
son sus sensaciones. Estas enseñan al niño a través de experiencias propias,
que el profesor o adulto solo debe ayudar a aclarar y madurar la idea que
previamente el adquiere.
Por tanto
puede concluirse que este autor tenía tres cosas muy claras y es que la
educación debe centrarse más en el niño y menos en el adulto, que es importantísimo
estimular ese deseo de aprender, y que el niño tiene un momento adecuado para
enseñarse lo que se le debe enseñar.
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